En un ecosistema financiero cada vez más digitalizado, el lavado de dinero no solo persiste: se transforma. Nuevas técnicas, mayor sofisticación y flujos transaccionales difíciles de rastrear desafían las herramientas tradicionales de control. Frente a este escenario, la inteligencia artificial (IA) emerge como una aliada poderosa para anticiparse, detectar y frenar estas maniobras con mayor precisión y velocidad.
El rol de la IA no se limita a automatizar tareas: redefine la forma en que las instituciones abordan el riesgo. Gracias a su capacidad para analizar grandes volúmenes de datos en tiempo real, los sistemas basados en IA pueden identificar patrones irregulares en transacciones que a simple vista pasarían desapercibidos. Esto permite activar alertas tempranas ante operaciones que no coinciden con el perfil transaccional del cliente, ajustando continuamente los parámetros de riesgo.
Uno de los mayores aportes de esta tecnología está en su capacidad de aprendizaje. A través de modelos entrenados con información histórica, la IA puede reconocer señales típicas de blanqueo de capitales y anticipar comportamientos sospechosos antes de que se concreten. Esto habilita una respuesta preventiva, que mejora tanto la eficiencia operativa como el cumplimiento normativo.
La implementación de IA también está transformando procesos clave como el due diligence. Con soluciones que integran múltiples fuentes de información, es posible automatizar la evaluación de antecedentes, detectar vínculos con entidades de riesgo o revisar actividades pasadas con un nivel de detalle mucho más fino que el que permite una revisión manual.
Eso sí: la eficacia de estos modelos depende directamente de la calidad de los datos con los que se alimentan y del criterio con el que se diseñan. La inteligencia artificial no reemplaza el juicio humano, pero lo potencia. Se necesitan equipos especializados que sepan traducir el conocimiento del negocio y del marco regulatorio en algoritmos funcionales, ajustados a la realidad del entorno en el que operan.
En definitiva, la IA representa una herramienta cada vez más estratégica para las organizaciones que buscan mantenerse un paso adelante frente al lavado de dinero. Su adopción no es solo una cuestión de eficiencia, sino de resiliencia institucional frente a un riesgo que, lejos de desaparecer, se adapta y evoluciona.
Fuente: https://elcomercio.pe/opinion/voz-universitaria/el-rol-de-la-ia-en-la-persecucion-del-lavado-por-giacomo-sanguineti-noticia/